El serbio Novak Djokovic, máximo favorito, apabulló al español David Ferrer, cuarto cabeza de serie, en la primera semifinal del Abierto de Australia. Se impuso por 6-2, 6-2 y 6-1, en apenas una hora y 29 minutos de acción. Ahora irá en busca de su tercer título seguido en Melbourne Park ante el ganador del suizo Roger Federer (2°) y el escocés Andy Murray (3°).
Hizo todo bien. Djokovic mostró un tenis de altísimo vuelo, de punta a punta, y se abrochó con una enorme victoria. "Definitivamente fue uno de los mejores partidos de mi carrera", no dudó en decir Nole, ante la consulta de Jim Courier a minutos de su victoria en el Rod Laver Arena.
Los números, a veces, hablan por sí solos. Más del doble de puntos ganados que su rival (85 a 41), apenas siete bolas perdidas con su servicio, 100% de efectividad en quiebres (7 de 7), la mitad de errores no forzados que su oponente (16 a 32) y casi el triple de tiros ganadores (30 a 11). Los adjetivos, esta vez, quedan cortos para el serbio, ganador en Australia en 2008, 2011 y 2012.
La paridad en el duelo apenas duró minutos. El buen comienzo de ambos vaticinaba un gran choque, pero un primer punto de inflexión, en el quinto game, pareció mover la estantería del encuentro. Ahí Novak Djokovic puso en aprietos al español y le quebró el servicio. De ahí en adelante, la historia cambió por completo.
El serbio jamás bajó la intensidad, con muchas variantes en su juego y contragolpeando en los momentos justos, mientras que David Ferrer, que estaba por segunda vez en semifinales en Melbourne Park, tuvo un lapsus en su concentración. Y lo pagó carísimo. No ganó más puntos con la devolución y sufrió una nueva rotura de servicio, que decantó en un 6-2 en apenas 29 minutos.
Nada cambió en el segundo set. Nole siguió asfixiando en cada tiro y respondiendo con grandes defensas, mientras que el español continuó sin hacer daños con sus golpes. Así, aunque parezca difícil de creer, se lo comenzó a ver algo abatido en cancha a Ferrer, que, desesperado y con impotencia, se hundió en una ráfaga de errores no forzados. Y una imagen -o mejor dicho un punto- que lo dijo todo fue su doble falta para el 4-1 a favor de Djokovic.
Y el número uno del mundo, viendo con claridad las ventajas ante su rival, no perdonó. Muchísima firmeza con su servicio y sacando tajada ante cada oportunidad. Apenas perdió tres puntos con su servicio (en el primer set había perdido dos) y aprovechó sus tres chances de quiebre para estampar un fulminante 6-2.
Para colmo, golpe de gracia en el primer game del tercer set con un nuevo quiebre de Djokovic. Y encima, el juego de Nole explotó. Ya venía jugando bien y siendo muy superior a su rival, pero de ahí en adelante lo suyo fue superlativo. Le salió absolutamente todo bien, a tal punto de que se puso 4-0 apenas dejando cuatro puntos en el camino.
Arrollador con el saque, una derecha con aceleración envidiable y un combo de reveses paralelos infernales fueron mucho, muchísimo, para Ferrer. Ya ni siquiera se lucía la defensa y los contragolpes del serbio. Lo único que se veía en Melbourne Park era al español correr de lado a lado, sin encontrarle una explicación a los golpes que le llegaban del otro lado de la red.
Y esta vez no hubo sorpresa ni remontada épica. En una hora y 29 minutos de acción, la victoria fue para el número uno del mundo, quien ahora espera por el ganador del suizo Roger Federer (2°) y del escocés Andy Murray (3°) en busca de su tercera corona consecutiva -y cuarta en su carrera- en el Abierto de Australia. Si juega como hoy, tenga a quien tenga enfrente, tiene media copa en el bolsillo.
Foto: Getty Images
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