El británico mide sus posibilidades |
En dos semanas, las credenciales de Andy Murray en polvo de ladrillo cambiaron drásticamente. Si antes de Munich, uno decidía apostar por el británico como próximo campeón de Roland Garros, las casas europeas estaban dispuestas a pagar 26 dólares por cada uno en juego. Hoy apenas ofrecen nueve (Nadal, por caso, otorga algo menos de cuatro).
Es que hasta su incursión en Alemania, el escocés no tenía siquiera finales ATP sobre clay. En cuestión de días, hilvanó títulos en Munich y Madrid, para que prevalecer en París deje de ser una quimera.
"Hoy no lo veo como algo imposible. Tampoco es que voy a ir esperando que pase. Pero creo que en los últimos años nunca terminaba de sentirme cómodo. Por la cadera [operada en 2013] y porque no llegaba con rodaje suficiente", reflexionó Murray este miércoles, tras su primera victoria en Roma, ante Jeremy Chardy (6-4, 6-3).
"Este año estoy mucho mejor físicamente y tuve la chance de sumar más minutos en cancha. Crédito a todo mi equipo por llevarme a ese lugar. Han hecho cambios significativos en mi entrenamiento y mi preparación", añadió el escocés.
Días atrás, con el trofeo de Madrid en sus manos, había establecido que un título de Masters 1000 en clay era "claramente un paso en la dirección correcta". Haberse decidido a jugar Roma parece un movimiento en sintonía, buscando aprovechar el envión de estas semanas y fortalecer el roce previo a París.
"No sé cómo responderá mi cuerpo los próximos días, pero estoy muy conforme con cómo se están dando las cosas. Si sigo jugando así, puedo llegar lejos en lo que viene", cerró el escocés.
Foto: Getty Images
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