Interesante nota del diario Marca de esapaña describe que una red de apostadores on line españoles intimida a las jugadoras que disputan torneos ITF. Clubes, entrenadores y organizadores, amenazados. Intentan también comprar partidos en las propias canchas.
El espectador no era uno más: como otros 20 a su lado, que le rieron la gracia, llevaba un móvil en la mano para apostar on line continuamente durante el encuentro. Y su oferta de soborno a voz en grito tampoco sorprendió al resto de los asistentes, ni siquiera a las propias jugadoras sobre la pista. En esta temporada, se ha convertido en una escena cada vez más habitual en los torneos 10.000, Future y Challenger que se organizan en España.
Pero, si estos individuos apuestan on line, ¿por qué acuden en persona a los partidos? La respuesta a esa pregunta es el germen de un veneno que lleva meses siendo inoculado en nuestro tenis.
La Federación Internacional de Tenis (ITF) obliga a los jueces que dirigen los partidos de sus torneos a transmitir en directo los resultados de los mismos, sirviéndose de una PDA, a la web de Livescore. Precisamente la fuente que muchas otras webs utilizan para sus apuestas en directo.
Un grupo de apostadores descubrió una grieta en el sistema: entre el momento en que el juez de silla canta el punto y el instante en que dicho resultado aparece en Livescore, transcurren unos valiosos segundos, apenas 20 ó 30.
Lo que significa que si alguien acude al partido en persona y escucha en directo al juez con el móvil en la mano, puede consignar su apuesta con la ventaja de saber antes lo que ha sucedido. Una triquiñuela, aunque legal. Lo que sucedió a partir de ahí fue una escalada, alimentada por la codicia y de tintes bastante más siniestros.
Cada vez más audaces
Como para aprovechar la trampa tecnológica es necesario acudir a los torneos en persona, en todos ellos se presenta sin falta un grupo numeroso de jóvenes, entre 20 y 40 según el día, todos varones entre los 20 y los 30 años. Proceden en su mayoría de Zaragoza y de Murcia. Ellos se definen como “seguidores del circuito ITF femenino” y han convertido estas apuestas en su modo de vida.
A cambio de una cuota mensual de ganancias, los cerebros de la red venden apuestas a estos jóvenes y los dirigen en la distancia. No sólo para que apuesten in situ con sus móviles en los torneos femeninos designados, sino para que tanteen a jugadoras allí presentes, algunas muy jóvenes, y les ofrezcan dinero por dejarse ganar o por favorecer sus pronósticos.
A las que no se pliegan a sus propósitos las increpan o intimidan a gritos cuando lo que ocurre en la cancha no favorece sus intereses. Amparados en la fuerza del grupo -a menudo superan en número a los pocos espectadores, casi todos familiares y entrenadores que asisten a estos torneos-, crean un clima de miedo.
Los clubes o instalaciones públicas no pueden desalojarlos. Y los privados lo intentan, pero pronto se dan cuenta de que alejar a estos individuos de sus canchas durante los torneos ITF no es tan sencillo.
Nota & Foto: Diario Marca
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