Stan & Rafa |
Con una raqueta antigua, con una raqueta nueva o con la antigua que ahora es nueva, Nadal no soluciona sus problemas. Ni siquiera en su mejor superficie, donde todavía es considerado el rey. El jugador balear tuvo una actitud encomiable ante Wawrinka. Nunca perdió la fe, corrió y alcanzó bolas que parecían imposibles, pero la entrega de Rafa fue insuficiente. Su inferioridad fue tenística.
Los golpes de Nadal han perdido eficacia, hacen menos daño a sus rivales, y Wawrinka, un jugador explosivo con su raqueta, dejó en evidencia esta vulnerabilidad. A ello se añade la tradicional posición retrasada del balear en la pista que facilita los ataques desde el otro lado de la red.
La irregularidad del suizo y la actitud de Rafa igualaron el duelo en el primer set. Incluso, permitieron a Nadal gozar de valiosas ventajas. Concretamente, un 6-2 favorable en el tie-break que pudo cambiar la historia del partido. Sin embargo, Wawrinka reaccionó con brillantez y la jerarquía de sus golpes se impuso a la entrega del español.
Nadal tampoco dominaba al servicio, y el descontrol de su derecha dio más facilidades al suizo en el comienzo del segundo set. El guión no cambió: los golpes de Stan contra la actitud de Rafa. Y la raqueta ganó esta vez. Nadal se presentará en Roland Garros con los peores resultados sobre tierra de la última década. Además, su rivalidad con Federer se mantiene en el congelador 15 meses después. Será Wawrinka quien mire a los ojos de Roger este sábado. Nadal se queda sin tierra antes de París.
Foto: Getty Images
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