El suizo volvió a lo más alto |
Apenas 12 torneos disputados en el año: siete títulos. Dos de Grand Slam, tres de Masters 1000. El jugador con más trofeos del 2017. Récord de 4-0 contra Rafael Nadal, luego N°1 de la temporada. Sobran las palabras para traficar lo que fueron los últimos 12 meses de Roger Federer...
Lejos queda aquel enero donde el suizo pisaba el puesto 17 y llegaba a Melbourne sin competencia oficial en los últimos seis meses. Había jugado la Hopman (con récords de público y hasta una cancha llena para verlo entrenarse), pero la incertidumbre en partidos a cinco sets quedaba abierta.
Federer echó por tierra cualquier vacilación. Sacó a Tomas Berdych en la primera semana y luego venció en cinco sets a tres candidatos: Kei Nishikori, Stan Wawrinka y la inolvidable final ante Rafael Nadal. Primer título en más de un año y primero de Grand Slam en casi cinco.
Después de un sorpresivo traspié en Dubai ante Evgeny Donskoy (que le levantó tres match points a Roger), Indian Wells y Miami volvieron a mostrar al suizo en una versión todoterreno. En California no perdió un solo set, frustrando nuevamente a Nadal en cuartos y a Wawrinka en la definición. En Key Biscayne, sacó adelante un partido memorable ante Nick Kyrgios en semis y ratificó su gran momento con otro título en las narices de Rafa. Tercera conquista del "Double Sunshine" (títulos consecutivos en California y Key Biscayne) y primera desde 2006.
Semejante arranque de temporada le permitió tomar una decisión clave en el armado de su calendario: toda la gira de clay, en blanco. Incluido Roland Garros. "Con la idea de intentar jugar en el circuito ATP durante los próximos años, siento que lo mejor es dejar pasar la temporada de polvo de ladrillo de este año y prepararme para las giras de pasto y cemento".
La apuesta le salió redonda: mientras Andy Murray, Novak Djokovic (y las firmas siguen...) acusaban el desgaste del circuito y anticipaban un temprano desenlace de la temporada, el suizo lucía fresco en la toma de contacto con el césped y volaba con títulos consecutivos en Halle (el noveno) y Wimbledon (el octavo), en ambos casos sin perder un solo set. 6-1 6-3 sobre Alexander Zverev, 6-3 6-1 6-4 ante Marin Cilic, los números de aquellas finales. Un dominio arrollador con destino en el 19° trofeo de Grand Slam y la prolongación de un imponente invicto en Majors y Masters de 2017.
La gira por Norteamérica fue agridulce, con otra final en Montreal pero dura derrota ante Zverev, en un partido que mostró a Federer lejos de su 100%. La misma sensación quedó en todo el US Open, sorteando las primeras dos rondas con lo justo (ante Frances Tiafoe y Mikhail Youzhny) y siendo superado por Juan Martín del Potro en cuartos de final. De haber vencido al argentino, Roger se hubiera cruzado con Nadal en un mano a mano por el N°1 del mundo. Pero se quedó a un triunfo de esa chance y luego ya el español se despegó en la cima.
Vuelta atrás la página del US Open, a mediados de septiembre tuvo lugar un hecho inédito: Federer y Nadal, en el mismo equipo, juntos en cancha. La Laver Cup los reunió en Praga y el suizo tuvo otra actuación descollante, ganando todos sus puntos e incluido el de la victoria final sobre Nick Kyrgios, para darle el título a Europa.
En el regreso a la acción ATP, Federer se reencontró con su mejor nivel, cobrándose revancha de Del Potro en Shanghai y, ya de nuevo en distintos lados de la red, tumbando a Nadal por cuarta ocasión en el año. Esta vez fue 6-4 6-3, para alcanzar su 27° título de serie Master y quedar a solo tres de Djokovic y el propio Rafa, los más ganadores de la historia.
La recta final lo invitaba a una pelea tremenda por el N°1, pero para eso necesitaba, básicamente, jugar todo y ganar todo. Cumplió con la primera escala, en Basilea, frenando a una versión mayúscula de Del Potro. Pero ante la ambición privó el temple: descartó apurar el físico para jugar París (aun cuando esa decisión le entregara el número uno a Nadal) y se guardó para Londres.
Acaso esa última función hoy parezca desafinada en el contexto de su temporada: tres triunfos lo depositaron en otra semifinal en el O2 Arena. Pero cuando el cuadro parecía abrírsele camino a otro gran premio, un antihéroe llamado David Goffin se interpuso en su camino y le puso punto final a su enorme 2017.
"Realmente ha sido un año increíble, tal vez mi favorito por cómo se dieron las cosas. Si 2018 es la mitad de bueno de este 2017, entonces estaré más que contento", ilustró Roger días atrás, al recibir por ¡séptima! ocasión el reconocimiento al deportista suizo de la temporada. ¿Tendrá correlato ese deseo en el próximo año?
Foto: Getty Images
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