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| Stephens fue muy superior en la final |
En un duelo de amigas, la afroamericana se convierte en la heredera natural de Venus y Serena Williams. Ellas cuatro formaron el equipo estadounidense que acudió a los pasados Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Para encontrar a la última estadounidense fuera de las hermanas que se coronó en las pistas de Flushing Meadows había que remontarse a Lindsay Davenport en 1998. Precisamente Davenport tenía este sábado una posición privilegiada en la grada de la Arthur Ashe como entrenadora de Keys.
Su pupila, que se estrenó el año pasado como maestra de la WTA, juega al todo o nada y esta vez le salió cruz. Cabe recordar que en menos de un año ha tenido dos cirugías en su muñeca izquierda.
Stephens fue la primera que enseñó las uñas a la rival con una rotura en el quinto juego del primer set. Su rival, con un vendaje en el muslo derecho, fallaba más de la cuenta. Sloane, una tenista que hace un mes estaba la 957 del ranking, saldrá el lunes en el puesto 17, lo que significa que habrá dado un salto de 940 lugares gracias a las semifinales de Toronto y Cincinnati y el título del Abierto. Ha decantado a su favor 20 de los últimos 24 partidos.
La campeona, de 24 años, sólo se puso nerviosa con set arriba y 4-0 en la continuación. Estaba cerca la victoria y era una novata en una gran final. Los aficionados se asombraban cuando Sloane levanta un 0-40 en contra. Su ambición era ganar todos los juegos. Lejos quedaba la lesión en el pie que la tuvo 11 meses inactiva entre Río y el pasado Wimbledon.
Stephens desperdició su primera pelota de final con una derecha a la red. Keys salvó la segunda con un tiro ganador. Ya no tenía nada que perder porque estaba perdida. Un error no forzado de Madison, el que hacía 30, acabó con una de las finales más descafeinadas de la historia.
Foto: Getty Images
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