El suizo en su primera final sobre arcilla |
Como en cada encuentro del circuito marcado por la igualdad y estimulado por la oportunidad, el que da el primer mordisco suele tener mucha parte de la batalla ganada. Lo sabían Wawrinka y Tsonga que en su camino hasta semifinales siempre arañaron la manga inaugural de cada cita. Los dos llegaban tras sorprender a Federer y Nishikori respectivamente -palabras mayores- aunque fue el suizo quien supo mantener la tendencia positiva de su raqueta. Stan solventaba con facilidad sus servicios mientras que Jo sufría algo más. Tanto fue el cántaro a la fuente que finalmente llegó el break al marcador, en el cuarto juego. Esa ventaja ya no la soltaría el número nueve del mundo que continuaba apretando el deficiente segundo saque del francés, hoy menos agresivo de lo habitual, en parte, por la aceleración y empuje de su rival.
Con el 6-3 ya instalado en el marcador, parecía que el sueño de Tsonga se convertía de nuevo en pesadilla, como ya pasara en 2013 cuando apenas era capaz de pasar la bola al otro lado de la red, donde se encontraba David Ferrer. De nuevo un break de Wawrinka, esta vez al arranque del parcial, le cortaba aún más las alas al de Le Mans, cuando de repente, click. Quizá el orgullo, quizá la grada o quizá el destino quiso que ‘Alí’ devolviera el gancho a su oponente, recuperando el quiebre y asegurando el tiebreak, un desempate donde solo hubo un jugador en la arena (7-1). Encuentro igualado y el suizo que maldecía al cielo de París. Sí, había aprovechado esa pelota de ruptura inicial, para luego desperdiciar siete más.
Vuelta a empezar con un set para cada uno. Los nervios ya estaban más controlados y las altas temperaturas se fundían con las ideas de cada jugador sobre la pista. En esta ocasión ninguno dejaría escapar su servicio en los ¡72 minutos! que duró una tercera manga que presagiaba ser definitiva. Abocados a terminar disputando un nuevo tiebreak, pensaba Wawrinka en sus déficit previos para resolverlos esta vez a su favor (7-3) y dar un paso al frente para empezar a otear el triunfo. El cuarto acto fue quizá el esclarecedor para ambos contendientes, Stan acelerando con su derecha y Tsonga, que el lunes será el francés con mejor ranking de la clasificación (12º), incapaz de buscar luz entre tanta oscuridad. La sentencia estaba ya escrita.
Por lo tanto, tenemos un nuevo finalista en Roland Garros. Stan Wawrinka intentará abrazar la misma cantidad de gloria que en Melbourne 2014, cuando derrotó a Rafael Nadal en su primera final de Grand Slam. Para ello tendrá que batir a Novak Djokovic o Andy Murray, dos jugadores todavía invictos en tierra batida en esta temporada. Pero Stan ya no reniega de su estatus, este año marca un 6-2 ante tenistas del top-10 y, además, ya sabe lo que es ganar aquí –aunque fuera como júnior- cosa que su oponente del domingo, no. Los deberes están más que resueltos y la pendiente es muy favorable al de Lausana. Si alguien tiene algo que objetar, el domingo es el día. Stanimal ya espera en la final.
Foto: Getty Images
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