El español revitaliza la confianza |
El español Rafael Nadal (10°) derrotó a Fabio Fognini (32°) por 7-5 y 7-5 y se consagró campeón en el ATP 500 de Hamburgo, con lo que mantuvo su racha de 11 años con festejos en el clay europeo. El éxito, con un plus: ascenso al N°9 del mundo.
La idea fue clara desde el inicio. "El cuerpo me pide jugar", decía en la previa. Una semana después, cinco victorias en su haber, pasajes de buen tenis y nuevo título para Rafael Nadal, el tercero en el año y N°67 de su carrera. Un renacer. Así, por lo menos, lo pareció reflejar en su festejo de rodillas en el polvo de ladrillo tras vencer a Fabio Fognini en la definición.
De antemano, un duro cruce para el español. Nadal llegaba con dos derrotas seguidas ante el italiano y el primer game, con quiebre en contra tras ¡12! minutos de juego, no fue un buen síntoma. Sin embargo, la irregularidad -y los numerosos errores no forzados- de Fognini le dio aire durante las dos horas y 34 minutos de juego.
El exnúmero uno del mundo tuvo trabajo extra en el inicio. Perdió rápidamente la iniciativa al jugar excesivamente corto y no pudo hacer daño con sus tiros ganadores, con los que sumó apenas seis en el primer set. Pero un mejor cierre, y la constante colaboración de Fognini con las fallas (34 en el parcial), inclinaron la historia a su favor por un 7-5 sin muchas luces.
Con la ventaja, el juego quedó en sus manos. Tomó solidez con su servicio, puso en aprietos con la devolución y se encontró con un cabizbajo rival. Tuvo chance de quiebre en el segundo game, golpeó para el 3-1 y pudo extender la diferencia con su servicio. Sin embargo, dudas. Las mismas que lo acompañan desde el comienzo del año y lo llevaron, entre otras cosas, a despedirse rápidamente de Wimbledon.
Fognini se volvió a meter en el partido y quedó, con quiebre a favor, 4-3 arriba. El duelo, además de tener adrenalina e incertidumbre por el final, había crecido en intenciones. La historia ahora era más pareja pero por virtudes. Buenos intercambios de golpes, decisiones y defensas. Esa situación le dio una luz de ventaja al italiano.
Pero, de repente, algo impensado. El cruce de palabras en el cambio de lado del 5-4 -con quejas de Fognini hacia Nadal- no parecían haber movido el foco del italiano. No parecían... En el 40-15, con dos puntos para set, se derrumbó. Dos buenos reveses de Nadal lo tocaron. Luego, un drop y un revés suyo a la red lo dejaron por el piso. La situación golpeó profundo.
Los siguientes dos juegos, idénticos. Nadal sacó un doble break point -y un tercero- en el 5-5 a fuerza de buenas defensas y errores de Fognini. Y como estocada final, el español levantó un 15-40 a través de cuatro derechas erradas (60 no forzados en total) por parte del italiano. Su oportunismo y mejor posición en las situaciones límite, las claves.
Con el triunfo, luego de la decisión de regresar al clay post Roland Garros por primera vez desde 2007, Nadal mantuvo su marca sobre la arcilla europea, donde acumula 11 años ininterrumpidos llevándose títulos. Solamente en su primera temporada de competencia ATP (2003) pasó en blanco por el clay europeo.
Foto: Getty Images
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